A pesar de todo me gusta estar sola.
Encuentro en la soledad, una manera para vivir mejor la vida con lo demás, para aprender a reconocer y respetar mis necesidades.
El más grande y primero vacío que sentí en mi vida fue con el acabar de la Universidad: después de 18 años estudiando fue muy extraño ya no tenerlo que hacer más y tener a disposición un montón de tiempo libre, no tener que cumplir con los deberes de estudiante, no tener que respetar fechas de caducidad; todo esto creó en mí un primer enorme vacío que en breve tiempo se transformó en una oportunidad de la vida, la más grande que hubiese tenido hasta ese momento, la posibilidad de tener por delante todo, de poder elegir cualquiera cosa, irme de viaje, irme a escalar por el mundo, irme a hacer cualquier trabajo en un sitio que me habría motivado de verdad, vivir experiencias que me llenaran el alma: todo estaba por delante de mi.
Creo que estudiar en la Universidad fue seguir una pauta que me transmitió mi familia. Aunque tengo que decir que elegí desde el corazón mis estudios, elegí la geología por el amor que siempre tuve para el mundo eleméntale, con sus geometrías y sus colores y por la magia que hay intrínseco en ellos.
Del acabar la Universidad hasta hoy la vida más y más me llevó a estar conmigo misma, un poco por mi elección y un poco por su dirección: nunca compartí un piso con alguien y cuando empecé a vivir en la montaña, en mi casa, en el medio del bosque, ahí m’enteré de cuanto había aprendido a disfrutar de la soledad.
Fue una maravilla que poco a poco descubrí y no fácilmente, aprendí a estar sola y a pasarlo muy bien; en la montaña hay mucha soledad pero también tanta naturaleza. ¡Aprendí por muchos años, hasta que m’enteré que ya la práctica de soledad se había acabado y que es fundamental para vivir plenamente compartir! Así me salí de ahí para encontrar gente, encontrar personas afines y empezar a compartir.
Desde mi experiencia, creo que aprender a estar sola haya sido un gran paso de crecimiento personal, un paso indispensable para entender el valor de estar en compañía.
El segundo vacío fue aún más potente y emocionante. Y creo que aún estoy viviendo en él.
Este vacío fue diferente y lo es aún porque más bien es un vacío en una tipología de relación, las relaciones con los hombres, los hombres de mi vida: mi padre y mi ex pareja. Estos son los dos hombres que desaparecieron de mi vida en estos últimos meses, dejándome una enorme tristeza con la cual enfrentarme, me privaron de una protección que siempre había tenido en la vida, de un apoyo y de un cariño que solo de ahí me había llegado.
El vacío dejado es muy grande y, como tal, seguramente lleva consigo mismo un gran aprendizaje que poco a poco estoy descubriendo; pero aun, en varios momentos de mi vida, no sé cómo gestionar.
¿Qué hacer? ¿Huir de la tristeza llenando el vacío con cosas o personas? Sería una solución provisional…
¡Ahora no! No es en mi estilo, aún menos en este momento histórico de mi vida, no tengo muchos planes para solucionar esto, sino el hecho de vivir y escuchar/ atender las emociones que lleguen.
Cuanto más vivas tu vacío interno, más estarás conectándote con tu yo más profundo y más aprenderás a conocerte.